El primer sello de España

por | 10/01/2025 | Historia postal | 0 Comentarios

El 1 de enero de 1850 se puso en circulación el primer sello de España. Hasta entonces el correo se había enviado a portes debidos, es decir, que el que pagaba el precio del envío era el que recibía las cartas. Con estos primeros sellos los usuarios del correo tenían dos opciones de envío: bien como se había hecho siempre, es decir, dejando que el que recibía la correspondencia pagase los portes, en cuyo caso el envío costaba un real, bien usando los sellos, pagados por el remitente, y consiguiendo con ello una rebaja sustancial en el precio del envío, costando tan solo 6 cuartos.

Creación de los primeros sellos: necesidad y leyenda.

A los filatélicos nos gusta mucho contar una vieja leyenda acerca de cómo se creó el primer sello del mundo en Gran Bretaña en 1840, ya que, sea cierta o no, ilustra muy bien las razones que llevaron a la implantación del pago de la correspondencia en origen usando sellos.

Como decíamos antes, la correspondencia hasta la introducción del sello era pagada por el que recibía la carta: el remitente simplemente iba a la oficina de Correos más cercana y entregaba el envío, sin pagar nada. La carta hacía todo al camino hasta que, justo antes de su destino, se le estampaba la marca de porteo que indicaba cuánto debía pagar el receptor de la carta. Después se entregaba y se cobraba ese porte al destinatario. O al menos se intentaba, porque éste podía rechazar la carta, no pagándola y ocasionando entonces pérdidas a la renta pública.

La leyenda de la invención de los sellos

Pues bien, la leyenda, contada con mis propias palabras, dice que estaba un tal Rowland Hill allá por 1835 tomándose una pinta en una posada escocesa, cuando en esto que llegó un cartero, se dirigió a la posadera y le entregó una carta dirigida a ella. Ésta miró la carta, dijo que no podía pagar el porte y se la devolvió al cartero, que se fue por donde vino sin cobrar ni un penique. Rowland, intrigado, fue a preguntarle por qué había rechazado la carta, y esta le contó que ella y su hermano habían acordado que se escribirían cada cierto tiempo para informarse de su situación: cuando todo estuviese bien pondrían en la carta tan solo el apellido del destinatario, y cuando la carta tuviese noticias de importancia se remitiría con el nombre completo. La posadera había visto que la carta que le querían entregar iba dirigida únicamente a su apellido, con lo que ya sabía que su hermano se encontraba bien y sin novedad, ahorrándose pagar el porte de la carta.

Rowland Hill comenzó desde ese momento a pensar cómo mejorar el servicio de correos, llegando a la conclusión que la mejor forma de evitar estos abusos era estableciendo el pago en origen mediante sellos de correos que el remitente debería pegar en los frontales de las cartas. Cinco años después, en mayo de 1840, comienza a usarse el primer sello en el correo británico: el llamado Penny black. Pronto el resto de países comienzan a emitir los suyos propios.

Los primeros sellos en España y su puesta en circulación

En España, tras los trabajos preparatorios, se puso en circulación el 1 de enero de 1850 la primera serie de sellos con el retrato de la reina Isabel II. Entre estos se encontraba el más carismático de todos: el 6 cuartos negro, el primer sello de España, válido para el envío de las cartas más comunes.

En los primeros años el uso de sellos de correos para franquear correspondencia fue opcional, pero resultaba significativamente más barato hacer los envíos con ellos que a la antigua usanza: si el remitente elegía poner sello, con 6 cuartos era suficiente; pero si quería que la carta fuese pagada por el receptor como hasta entonces el precio a pagar era de un real (8 ½ cuartos). Finalmente el 1 de julio de 1856 se prohibió el pago en destino y se estableció la obligatoriedad del franqueo previo de la correspondencia pública.

La puesta en circulación de estos primeros sellos, además, no estuvo exenta de problemas.

El primero de ellos vino al no haberse pensado en ningún sistema con el que matasellar los sellos, usándose para ello principalmente el fechador Baeza, pero también todo tipo de marcas prefilatélicas o de circunstancias. Desde finales de febrero de 1850 se enviaron a las oficinas principales y estafetas los primeros matasellos, los conocidos como “Araña”.

Finalmente podemos destacar otro uso extemporáneo del fechador, usándose como matasellos. Tras la sustitución del cuño en 1857 la Central de Correos en Madrid no pidió el envío de los cuños para su retirada, por lo que la mayor parte de ellos quedaron en las oficinas correspondientes. En esas oficinas, cuando se necesitó un matasellos de emergencia, o por cualquier otra necesidad, se pudo hace uso de ese cuño, esta vez utilizándolo bien como matasellos, bien como fechador.

Las primeras falsificaciones de los sellos de correo

Y otro problema más: la falsificación. España tiene el dudoso honor de poseer el primer sello falsificado del mundo: una copia del 6 cuartos negro, grabado en Alicante e impreso en Murcia, que fue detectado ya en abril de 1850, tan solo 4 meses después de iniciarse su uso. Las falsificaciones fueron una lacra con la que tuvo que luchar la Hacienda Pública durante muchos años, siendo su principal arma el cambio en las emisiones de sellos cada año. Así nuestro sello número 1 dejó de tener validez el 31 de diciembre de 1850, cuando entra en uso el nuevo sello de 6 cuartos de 1851, el conocido como “el soso”.

Marcas postales usadas sobre el 6 cuartos negro

El primer sello de España es uno de los más ricos en cuanto a cancelaciones de toda nuestra historia postal. La razón de ello es que cuando se puso en circulación en enero de 1850, no se pensó en cómo se debían inutilizar esos sellos, no había un matasellos específico para ello.

Dado este panorama, cada oficina postal utilizó lo que tuvo más a mano. Muchas de ellas optaron por utilizar el fechador Baeza como matasellos, pero otras muchas recurrieron a los cuños prefilatélicos que debían tener por la oficina.

Así, podemos encontrar sellos de 6 cuartos matasellados con marcas de estafeta y demarcación postal, con números de porteos, con “A” de abono, con tintas de escribir, con cuños propios creados para ello o modificando algunos prefilatélicos.

Se cuenta que a la reina Isabel II no le gustaba nada que el sello con su cara se viese tan ensuciada con todos estos matasellos de circunstancias, por lo que solicitó que se crease un matasellos propio que no le emborronase el rostro. Es así como se crea el matasellos “Araña”, que comenzará a utilizarse de manera generalizada desde finales de febrero de 1850, según se iban enviando a las oficinas.

En la administración de Guadalajara, la única de la provincia en la que hemos podido constatar cartas entre enero y marzo de 1850, parece que se utilizaron tanto el fechador Baeza como la “A” de abono para inutilizar los sellos. La llegada del matasellos Araña debió producirse entre el 3 de marzo, última carta constatada en el que se matasella con un Baeza en rojo muy emborronado, y el 17 de marzo de 1850, primera carta conocida en la oficina con el matasellos Araña.

La creación del sello de Correos supuso una revolución en las comunicaciones en todo el mundo, y desde 1840 se fue implementando rápidamente en todos los países. El abaratamiento de los costes, además, permitió que cada vez un mayor número de personas pudiesen permitirse hacer uso del correo, contribuyendo con ello a su vez a mejorar el sistema de reparto.

La creación del sello también derivó desde fases muy tempranas en un coleccionismo filatélico que pronto tuvo mucho auge en todos los países europeos. Primero en las capas más pudientes de la sociedad, para poco después extenderse a todos tipo de personas.

Y tú, ¿has coleccionado alguna vez sellos? ¿has tenido un 6 cuartos negros entre tus manos?

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